Psittacosaurus, el lagarto loro.

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Hace unos 110 millones de años, a principios del Cretácico, el clima era más cálido que en la actualidad. Aunque nevaba en invierno, los polos estaban libres de hielo, y extensos bosques cubrían las latitudes medias. Un brazo de mar separaba Europa de Asia. En este último continente vivía Psittacosaurus, el lagarto loro. Es un pariente lejano de los ceratopsios o dinosaurios cornudos como Triceratops, aunque no su antepasado directo, entre otras cosas porque Psittacosaurus tiene cuatro dedos en las manos y los pies, mientras que los ceratopsios conservan los cinco dedos originales de los vertebrados terrestres. El cerebro de Psittacosaurus es relativamente grande; y el olfato, la vista y el equilibrio están muy desarrollados. Varias protuberancias, semejantes a pequeños cuernos, se proyectan alrededor de los ojos; también hay una a cada lado del cráneo, el llamado cuerno yugal.
La cabeza de Psittacosaurus recuerda a la de un loro: El cráneo es alto y corto, con los grandes ojos muy adelantados y un pico robusto, que probablemente estaba cubierto en vida por una funda afilada de queratina para cortar las plantas de las que se alimenta.

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